Las organizaciones individuales no podemos controlar los precios de la energía, las políticas del gobierno o la economía global, pero podemos mejorar la forma como gestionan la energía en el aquí y ahora.

En los últimos años las empresas de nuestro país han adoptado la normativa internacional en sistemas de gestión de calidad (ISO 9001) y medio ambiente (ISO 14001), siendo ya éstas familiares para la mayoría de las empresas y con un ciclo de mejora continuo ya implementado. Sin embargo, la norma ISO 50001 de sistemas de gestión la energía, publicada en noviembre de 2011 ha tenido menor calado en el tejido industrial, en parte debido a la crisis económica que nos afecta.

En cualquier caso, resulta paradójico, ya que si pensamos en las mayores cargas económicas para las empresas, la energía sobrepasa con holgura el coste de los productos no aptos para venta o de la gestión de residuos peligrosos para el medio ambiente.

Mejorar el rendimiento energético puede proporcionar beneficios rápidos a una organización, mejorando el uso de sus fuentes de energía y reduciendo su consumo.

Por ello la implantación de un Sistema de Gestión de la Energía (SGEn) en una empresa es la opción con mayor potencial de ahorro económico, convirtiendo la implantación de la norma ISO 50001 en una inversión y no un simple certificado.

 Pero, ¿Por qué la consideramos una inversión?

La aplicación de esta norma debe tener la finalidad de conducir a reducciones en las emisiones de gases de efecto invernadero y otros impactos ambientales relacionados y siempre a través de la gestión sistemática de la energía como son:

      i.        Reducción de consumos y, por tanto, de los costes económicos

     ii.        Control de la demanda energética: ¿dónde están mis mayores demandas? ¿qué y cuáles son esas variables que más afectan a mi consumo?

    iii.        Concienciación de los empleados

   iv.        Imagen exterior, mejora de la imagen de marca y marketing

¿Qué procedimiento debemos seguir?

El ciclo a seguir para lograr todo esto ha de ser el siguiente:

Ciclo ISO

1.    Política energética: declarando las intenciones y objetivos del SGEn.

2.    Planificación energética: se trata del paso primordial a la hora de iniciar el ciclo, ya que nos sirve para definir la situación actual de la empresa mediante una auditoría interna o externa.

Para ello hemos de analizar conjuntamente los consumos pasados y presentes en función de variables que consideremos relevantes (uds. producidas, condiciones climáticas, horas de trabajo…) con tres objetivos:

–      Analizar el consumo y el uso de la energía

–      Identificar las áreas de mayor consumo

–      Identificar el potencial de mejora de cada área

A través de este estudio podremos extraer las variables que regirán el sistema de gestión:

  –      Línea energética de base: marcando los consumos esperados para compararlos con los obtenidos y marcar objetivos de mejora.

 –     Indicadores de Desempeño Energético (IDEns): parámetros dependientes de una serie de variables que nos influyen para poder valorar el consumo con mayor objetividad.

Si en un edificio de oficinas decidimos que nuestro indicador de consumo eléctrico sea kWh/m2 y el resultado de un mes de julio es menor que el de un mes de octubre, ¿Qué significa esto? ¿Nuestro desempeño energético ha empeorado? O quizás es que ¿debemos tener en cuenta otros factores, ya sean estacionales -temperatura exterior, horas de luz solar, etc-, de uso del edificio como el grado de ocupación, la jornada continuada en verano, etc?

Resulta por tanto la búsqueda de los indicadores apropiados, fundamental para medir los resultados obtenidos.

 –      Objetivos y metas: en función de la repercusión de cada área en el consumo total y de su potencial de mejora.

 –      Planes de acción.

3.    Implementación y operación: formación, concienciación y aplicación del SGEn en cada uno de los departamentos de nuestra empresa.

4.    Verificación: control interno de la evolución de los consumos de nuestra empresa a través de monitorización y auditorías periódicas realizadas por personal propio o externo. Con ello lograremos:

–      Comparar nuestro rendimiento energético con el de periodos anteriores o con empresas de similares características (benchmarking).

–      Detectar anomalías y aspectos mejorables.

–      Verificar el cumplimiento de los objetivos y metas de mejora del desempeño energético de la empresa.

La inversión en equipos de monitorización resulta necesaria para poder analizar nuestro consumo por sectores o áreas de trabajo, ya que un análisis de consumos globales no siempre es suficiente.

No es necesario tener controlado cada pequeño consumo desde un primer momento, el alcance y la precisión de este sistema puede ser aumentado año tras año. Para ello es clave la elección inicial del software de gestión, ya que un software de código cerrado nos limitará a la hora de comprar equipos de medida.

En este punto conviene recordar que los equipos de monitorización no van a ahorrar por si solos, es la dedicación de aquellas personas asociadas al SGEn la que debe sacar el máximo partido posible a estos datos. El ciclo no se moverá si no hay nadie pedaleando.

 5.    Revisión por la dirección: tras analizar los datos obtenidos deberemos cambiar nuestra política y planificación energética en consecuencia, actualizando las variables de control y fijando nuevos objetivos periódicamente.

 En definitiva, la implantación de la norma ISO 50001, bien gestionada por la dirección operacional, supone una oportunidad para descubrir y aprovechar el potencial de ahorro en materia de energía que tiene nuestra empresa y definir prácticas y comportamientos futuros para mantener un alto nivel de eficiencia.